martes, 6 de mayo de 2014

La música de mi vida.

Cuando alguien quiere tener un detalle con otra persona es tremendamente difícil escoger el qué.
Lo más sencillo parecía la música.


Pero, dedicar una canción a la persona que quieres es tan difícil que, a veces, aunque el mensaje sea bonito, luego no aciertas y llegas a ser empalagosa. Hay quien regala cosas materiales, yo prefiero momentos, sonrisas, instantes y días a tu lado... y, de vez en cuando, sorprenderte con alguna canción que he escuchado y que me recuerda a algo que hemos vivido.

Hemos demostrado que la distancia no rompe relaciones, que lo que piensen los demás no importa y que cuando algo es de verdad, da igual todo lo que se interponga. Hemos demostrado que merece la pena luchar por unos segundos juntos y que no nos cansaremos de abrazarnos cada vez que nos vemos. Sonrío cada vez que recuerdo todos los segundos que hemos vivido. 

A veces pienso, y sí, aquí viene la parte empalagosa y cursi de todas las entradas, que siempre quiero más. Que me he vuelto una avariciosa de cada milímetro de tu piel, que necesito el tiempo húmedo de las palabras... todo ese tiempo para amarte con cada caricia y geometrizar a base de lunares tu cuerpo junto al mío. Que quiero retener el instante en que invado tu piel y la engancho para no soltarla. 

Necesito el tiempo caprichoso de las ganas infinitas que tengo de hacerte el humor, el amor y contarte mil historias que no tengan sentido. De hacer locuras contigo, cumplir sueños y compartir pecados. De guerras de cosquillas, de almohadas, de dormir sin dormir, de cuidarnos, de vivir.

Eres la primera persona en que pienso por las mañanas y la última por las noches. 
Eres mi mejor amigo. Mi persona.

Gracias por mejorarme. Me haces feliz hasta el alma.

Te quiero. Como la trucha al trucho.