martes, 29 de julio de 2014

Equilibrando la vida.


Siempre se dice que por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes. 

Es curioso como la vida nos golpea dos veces en el mismo sitio. Si las cosas ya son complicadas de por sí, ¿a qué viene eso de que las pedradas vengan juntas? Todo el mundo se acaba hartando de que la mala racha venga de pronto y lleguen golpes por todos los lados. Cuando entra una tormenta aparece una sombra en nuestro momento más dulce para aguarnos la fiesta. Se puede fingir no tener esa carga y que todo va a ir bien... o podemos dejar de huir y enfrentarnos.

Cuando esto le pasa a una persona cercana, es difícil llenar ese vacío tras un duro golpe. Es complicado animarse aun sabiendo que el apoyo de los más cercanos será el principal pilar de ayuda. Aquí es cuando hay que pensar en los buenos momentos, en seguir siendo positivos y que no nos invada el sentimiento de no poder ayudar, la impotencia de estar a kilómetros de distancia y querer ayudar a alguien con toda tu alma o la imposibilidad de abrazar a alguien en un momento de verdadera necesidad, las ganas de cambiarte por esa persona para volver a verla feliz.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, que es lo que hace que un náufrago agite sus brazos en medio de las aguas aún cuando no ve tierra por ningún lado. Que no hay que desanimarse tras los golpes y reveses que nos pega la vida. Nada de estar decaídos y agotados. El cansancio será máximo, las ganas de salir adelante aún persisten. La fortaleza que moldean nuestros músculos equivale a los ánimos y esfuerzos de cada persona cercana.

No puedo sustituir a una familia entera ni cambiarme por esas personas que quiero y que lo están pasando mal pero puedo prometer y prometo que pondré todos mis ánimos y ganas en pasar por los buenos y los malos momentos a tu lado, en que haré cualquier cosa por sacarte de esa tormenta y arrojar luz en tus días grises y que echaré por tierra cualquier sombra del pasado que pueda aparecer. No hay que pasar por las cosas solos, juntos somos enormes.

Confucio dijo una vez «Nuestra gloria más grande no consiste en no haberse caído nunca, sino en haberse levantado después de cada caída». 
Mi padre me lo resumió de pequeña en algo así: «Si te caes 7 veces, levántate 8 apoyándote en los que te rodean».